Fuente de Tamariz

 

El impulso dado por Carlos III a las obras públicas y dotacionales es mayor de lo que nos reflejan las historias, ante todo porque su influjo bienhechor llegó hasta los puntos más recónditos. Al menos, sirvió de animador de los ayuntamientos para que se emplearan su dinero, el de propios, para realizar obras que llevaran el bienestar a sus gobernados.

Esta obra, que no puede calificarse de oficialista, sino que es netamente popular, -quizá ejecutada por algún alarife acostumbrado a trabajar en iglesias-, según reza el rótulo grabado en el dintel de la puertecilla:

 

RAS (el resto ilegible)
A EXPENSAS DEL
REAL POSITO REI
NANDO CARLOS
III ANO DE 1787
 

Se halla situado a algo menos de 1 km al Este del pueblo.

La construcción y su estructura es francamente interesante y original. Se trata de un arca de recogida de agua, procedente de un manantial que tiene su entrada por la izquierda.

La planta es rectangular, con 4,10 m. de fachada por 3,16 de fondo, mientras el alzado presenta forma de casita a dos aguas, con un gracioso arco apuntado en su fachada, enmarcada entre dos recios contrafuertes. Todo ello está realizado en piedra de la zona, caliza de las próximas cuestas asentada con argamasa de cal.

Tapando el arco, un paño plano de piedra más blanca, en el que se inscribe el hueco rectangular de la puertecilla destinada a registro, porque el agua debía tener su salida al exterior 26 cm. más abajo, por un orificio. La altura aparente, desde el suelo exterior hasta el caballete, es de 4,20 m., sin embargo, interiormente se entierra un metro más, formando una cubeta-depósito.

Las dovelas del arco tienen una talla más esmerada, están mejor cortadas y con mejor ajuste que el resto de sillarejos de las otras zonas, lo cual no quita para que cada una tenga un ancho distinto y que no haya una clave única.

El interior tiene aspecto de minicatedral, pues presenta una amplia bóveda apuntada, con la arista perpendicular a la fachada, estribando sus arranques en sendos arcos también ojivales, siendo los empujes de éstos contrarrestados por los poderosos contrafuertes de la fachada principal y el grueso muro de la fachada posterior. Como detalle, unas ligeras impostillas sirven de arranque a estos arcos. Todo ello ejecutado con dovelas y sillarejos de buen corte.

Al exterior la fuerte pendiente de la cubierta está revestida con mortero, al igual que los paramentos exteriores laterales y posterior. Se halla fuertemente protegida y arropada por las tierras circundantes, y da origen a un arroyito, así llamado, de la Fuente, que dirigiéndose hacia el pueblo, desemboca en el río Sequillo. Junto a este regatillo, ya en el borde del pueblo, hay dos pozos cubiertos con bóveda de ladrillo.

Del agua de esta fuente se servía hasta hace pocos años el pueblo de Tamariz, y todavía proporciona el agua para otra fuente, monumental, situada en el centro del llamado Corro de San Antón, coronada ésta por el Mercurio que presidía la Fuente Dorada vallisoletana, más conocido por Don Purpurino, que llegó a Tamariz en 1952 de la mano de su alcalde Alberto Pastor. Allí se encuentra con un farol adosado, dando cara a una casona que ostenta un escudo de Familiar del Santo Oficio.

Autor del texto: Carlos Carricajo Carbajo