Casa de la Inquisición
Es verdaderamente casual o juega algún papel la ironía del destino de la Historia que al cabo de 150 años, enfrente mismo del lugar donde se encontraba el Tribunal de la Inquisición, se colocase una estatua que, desde ciertas perspectivas, podría considerarse itifálica, sin conciencia de la contradicción que ello encerraba.
La Casa presenta un portón con arco de medio punto, que nos indica que fue habitada por una persona que ostentaba título nobiliario. Sobre dicho arco aparece un balcón, todo ello acusando un fuerte estado de abandono. A la izquierda del balcón, según miramos la fachada, aparece un escudo señorial. (Véase la foto del escudo de la Inquisición). Lo primero que observamos es que dicho escudo aparece borroso en su parte central, lo que hace pensar que fue intencionadamente raspada la piedra con la pretensión de hacer desaparecer el simbolismo de la misma.
Este estado de deterioro y posible raspadura del escudo dificulta el reconocimiento a simple vista de los símbolos y palabras que encierra. Al observarlo más detalladamente, se aprecia que presenta los siguientes elementos: una cruz central, una espada a la derecha de la cruz y una rama de olivo (borrosa) a la izquierda y una inscripción ilegible en la orla. Los elementos centrales son suficientes para identificar que se trata del escudo de la Inquisición Española, por lo que puede deducirse que la inscripción ilegible del borde es la que aparece en otros escudos de la misma institución: "Exurge domine et judica causam tuam. Psalm. 73" (Levanta señor y juzga tu causa. Salmo 73).
En la parte inferior del escudo aparece otra inscripción horizontal con las siguientes palabras "Conde Fray Manuel Pastor". Con estas palabras nos quiere indicar el nombre del inquisidor. Fuera del escudo de piedra, aparece otra anotación, indicando el año MDCCLXXXXIII. Pese a que las condiciones del escudo no permiten leer estas palabras con absoluta claridad, sí es posible distinguirlas suficientemente sin lugar a confundirlas con otras similares. Por otra parte, coincide esta inscripción de Conde y Fraile con la práctica común en el siglo XVIII de otorgar título nobiliario a los inquisidores.
Este mismo escudo, con ligeras variantes, aparece en otros pueblos de la zona, tales como Berrueces, Gatón y Tordesillas lo que indica que en todos estos pueblos existió tribunal de la Inquisición Pero también hay que considerar que la práctica de la de la institución se realizaba, en todos los demás pueblos, pues en muchos tal vez el escudo o no se puso o se mando quitar posteriormente.
Es de tener en cuenta que la Inquisición es una institución nacional que se establece en España por los Reyes Católicos y desaparece definitivamente el año 1834. Digo definitivamente, porque antes fue brevemente suspendida por la entrada de Napoleón que lo que básicamente hizo fue apoderarse de los ingresos que habían conseguido con la práctica de la institución. Concretamente con la Bula de 1 de noviembre de 1478, que fue promulgada por el papa Sixto IV, y posteriormente un decreto de 15 de julio de 1834 son las dos fechas de comienzo y fin de la Inquisición española.
Pero volvamos a reflexionar sobre los elementos de la casa: Posee en el interior un pozo, una bodega o mazmorra que por la situación de la casa en la parte baja del pueblo no es un lugar propicio para construir una bodega porque es una zona bastante húmeda, y alejado en el piso de arriba se encuentra el dormitorio con dos celdas conventuales. Este alejamiento estaba suficientemente pensado para lograr una separación que evitase que molestasen los quejidos de los presos mientras los dos hermanos franciscanos dormían.
Hay otros elementos en el pueblo que garantizaban el buen funcionamiento de la institución como son: la cofradía de la Vera Cruz, que tenia su ermita a la salida para el camino de Belmonte, y donde se encontraba la cruz del Humilladero, en la que la comitiva organizaba su procesión, de la que alguno no volvería, hacia el teso de la horca.
Veamos ahora qué perseguía, quiénes lo constituían, cómo se financiaba, y cómo funcionaba la inquisición en Tamariz o en cualquier parte de España.
¿Qué perseguía? : La inquisición no perseguía a los pecadores, que para eso ya existía la confesión, pero tampoco podía perseguir a los no bautizados, sobre los cuales no tenía jurisdicción. Inicialmente la Inquisición española persigue a los judíos conversos, a los musulmanes falsamente convertidos, y posteriormente a los herejes como luteranos, calvinistas, erasmistas etc. Y aquellas faltas que de alguna manera podían hacer pensar que el que las cometía, por ser continuadas como el concubinato, la solicitación, etc., creía que aquellas acciones no constituían pecado y por lo tanto en aquel aspecto carecía de la fe suficiente.
¿Quienes la constituían?: Los tribunales inferiores estaban constituidos por dos frailes que normalmente procedían de los conventos de los dominicos o franciscanos. Un especialista en Dogma y otro en Derecho. Además estaban los calificadores, notarios, médico, capellán, carceleros, alguaciles... Con Torquemada, en 1484, los que constituían el grupo que componía la Inquisición fueron en aumento. En Aragón llegaron a señalar un máximo de veintitrés personas. El cargo de familiar, fue como otros muchos cargos, objeto de venta con las cuales la institución procuraba aliviar su situación económica. El familiar era objeto de una investigación especial en la que se averiguaba su pureza de sangre... Una constitución de 1617 organiza una Hermandad de San Pedro Mártir a todos los familiares de la Inquisición . Y en 1815 cuando únicamente faltaban unos veinte años para que se extinguiera totalmente piden a Fernando VII y consiguen que su Hermandad sea elevada a la condición de una real orden de caballería.
¿Cómo se financiaba? : En cuanto a su financiación, la Inquisición era autosuficiente, pues su manera de conseguir ingresos provenía fundamentalmente de la actividad de los propios tribunales. Pero como dice José Antonio Escudero "hasta qué punto pudo influir en activar el celo persecutorio, o bien en orientarlo preferentemente hacia gente acomodada para que la actividad del organismo resultare más rentable."
H.C. Lea, autor de la Historia de la Inquisición Española, da una especial importancia a la rapacidad del tribunal y llega a decir que las persecuciones fueron "mucho más una cuestión de finanzas que de fe". No se duda actualmente que haya en esto algo de verdad. Aunque exigirían más cantidad o/y más contundentes pruebas.
Esto con los diversos sistemas de torturas fue causa y objeto de la leyenda negra que tantos problemas creo a España.
¿Cómo funcionaba la Inquisición española? : Lo primero que solía hacer al menos al principio, era promulgar un Edicto de Gracia .
Este se iniciaba tras los sermones de los Inquisidores para que cada uno si se sentía reo de herejía pudiera acusarse así mismo y quedar libre de pena de muerte, entregando a cambio una pequeña cantidad como limosna. Durante este período de treinta o cuarenta días acudían a veces un gran número de personas a autodenunciarse, lo que proporcionaba ingresos y nuevas delaciones a la Inquisición.
A partir del siglo XVI el edicto de Gracia es sustituido por el Edicto de Fe, que excluía periodo de gracia alguno. Toda persona debía denunciar, bajo pena de excomunión, a todos los supuestos herejes que conociese. Esto creó un clima de desconfianza, utilizándose en muchas ocasiones la denuncia de herejía como forma de venganza hacia un vecino o incluso un pariente con quien el denunciante estuviese enemistado o de cuyos bienes intentase apoderarse. Dado que la denuncia era secreta, bien se podía actuar impunemente contra alguien sin que pudiera siquiera defenderse de su acusador.
Muchas denuncias eran hechas sin más por los calificadores, por ejemplo los casos de bigamia, solicitación (intento por parte del confesor de mantener relaciones sexuales con la confesada), etc., pero otras debían de ser juzgadas por dichos calificadores. A continuación se procedía a detener a la persona acusada y encerrarla en la prisión inquisitorial, (para eso estaba la mazmorra o bodega en la casa de Tamariz) Este arresto iba acompañado de la confiscación de los bienes de la persona acusada, con la ironía de que éstos se empleaban en parte para pagar los propios gastos del proceso. Durante el encierro se privaba a los reos de recibir los sacramentos y se utilizaba la tortura para obtener la confesión, bajo la presencia de los inquisidores, un médico y un secretario para dar fe. El acusado podía utilizar un abogado, aunque en algunas épocas sólo podía ser un abogado de la propia Inquisición, pero difícil era defenderse sin saber siquiera quién le acusaba o tener precisión sobre qué hecho concreto era objeto de la acusación. Lo único que se permitía al reo era escribir el nombre de veinte enemigos para poder juzgar si el denunciante podía ser uno de ellos y actuar movido por mala fe.
El tribunal buscaba pruebas de la culpabilidad del reo, siendo la prueba máxima la propia confesión del mismo. Si ésta no se obtenía, el reo era considerado un diminuto, es decir un acusado que no dice toda la verdad. Se le trataba entonces de arrancar la confesión mediante la aplicación de la tortura, a cuyo fin se contrataban los servicios del verdugo municipal más cercano. La cámara de tortura era la habitación más apartada del palacio inquisitorial para evitar que se oyeran los gritos de los reos. Una primera fase de la tortura, refinada y cruel como toda tortura, era el territio, que consistía en mostrar al reo los instrumentos de tormento y explicarle su funcionamiento, ante la presencia fría e impasible de los inquisidores que repetían la fórmula: "diga la verdad y no se quiera ver en tanto trabajo". Si el reo no confesaba o el inquisidor creía que no decía toda la verdad que él esperaba oír, se le desnudaba y comenzaban a aplicarle tormento. El médico podía intervenir para evitar que se aplicase en algún miembro por estar deforme y no acusar el dolor. En el caso de mujeres embarazadas se esperaba a aplicar la tortura cuando hubiera dado a luz. Con gran "consideración" no se aplicaba tortura hasta ocho horas después de haber tomado el reo su última comida. En primer lugar se le dejaba desnudo, permitiéndose a las mujeres usar un paño de vergüenza o zaragüelles. Las torturas aplicadas, además de encerrar en cuevas incomunicadas, eran las comunes de la época: la garrucha, en que el reo con los brazos atado a la espalda es izado con una soga y se le deja suspendido en el aire mientras se reza tres veces el salmo Miserere. El agua, en que el reo era tendido sobre una mesa con al cabeza más baja que los pies, se le introducía en la boca un artilugio de hierro, y se le tapaba la cabeza con un paño de lino. Después se le vertía agua sobre la boca de manera que arrastrase el paño hasta la garganta, provocando una enorme sensación de ahogo. Al hacer una pausa para evitar que muriese por asfixia, el verdugo le sacaba el paño de la garganta provocando un intenso dolor. En el siglo XVII se impuso el tormento del potro, bien aplicando torniquetes o estirando las extremidades hasta descoyuntar los huesos. Excepto el rey y el papa cualquier persona podía ser torturada, incluso un niño de diez años o una anciana de ochenta. Con todo, según Juan Eslava Galán, la Inquisición no torturaba a todos los reos, sino aproximadamente a un 30%, número que fue disminuyendo, descendiendo en el siglo XVII a un 10% aproximadamente y desapareciendo prácticamente en el XVIII hasta su abolición en 1834.
Despues de la acusación y la defensa y tras constituirse la consulta de fe, el proceso concluía con la sentencia, que podía ser con méritos y sin méritos, según la extensión del texto. Hubo alguna cuya lectura duró desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la tarde.
El auto de fe era el acto en que se hacía pública la sentencia del reo y se le aplicaba la pena: destierro, azotes, cárcel, uso del sambenito o traje penitencial, destino a galeras y en el caso de herejes impenitentes o reincidentes la pena máxima que consistía en entregar al reo a las autoridades seculares para que lo quemasen en la hoguera. Si el reo se convertía en el mismo auto de fe se le daba el mejor tratamiento, consistente en estrangularlo antes de ser quemado. Pero para que un auto de fe fuese interesante y atrajese al público debía tener de todo: unos condenados a la hoguera, otros a morir estrangulados, otros a llevar el sambenito durante un tiempo en todos los actos públicos, otros a ser quemados en efigie si no se les encontraba, dándose el caso que alguno presenció a escondidas su propia hoguera en la que se quemaba su imagen.
El auto de fe solía ser caro y fueron dejándose para realizarlos con motivo de algún acontecimiento importante: una determinada festividad, el nacimiento de algún príncipe, etc., de tal manera que el auto se trasformaba en un festejo. Solía durar todo el día. En otro momento haré una descripción del mismo.
Hipótesis sobre el origen del sarcófago hallado bajo el campanario de la Iglesia de San Pedro. Cuando se llevó a cabo el entarimado de la iglesia de San Pedro (allá por los últimos años cuarenta) se procedió a abrir un sarcófago cubierto con una gruesa losa, situado justamente debajo del campanario, que nos servía a los chavales del pueblo que actuábamos como monaguillos, de soporte para tocar las campanas, llamando a los fieles a los distintos actos litúrgicos. Tal sarcófago no contenía, como otras tumbas, varios cadáveres pertenecientes a una misma familia, sino los restos de una sola persona, que al parecer era un fraile. Asimismo recuerdo que existía otra tumba situada en un lugar especial, justo junto a la entrada a la iglesia, tumba que no fue abierta. ¿Podría ser las tumbas que recogieron los cuerpos de dos frailes que formasen en algún momento el Tribunal de la Inquisición? ¿Quiso uno de esos hombres proseguir su lucha por la defensa de la fe, que en vida había llevado a cabo de manera que no podemos por menos de juzgar como violenta y profundamente inhumana y antievangélica, sirviendo su losa tras la muerte como soporte del lugar desde donde cada día se volvía a llamar a la fe a los hombres y mujeres del pueblo? Carecemos de datos para afirmarlo, pero la situación y características especiales de tal sarcófago bien permiten establecer esta hipótesis. Mejor forma, en cualquier caso, de proclamar el cristianismo es el sencillo tañir de unas campanas que la tortura, la persecución y la muerte.