Palomar

en Tamariz

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Hablar de Tierra de Campos es tanto como hablar de palomares, y Tamariz, a medio camino entre Rioseco y Villalón, bordeado además por el Sequillo, está en el corazón de Campos.

El palomar es el edificio popular más representativo de esta, a menudo imcomprendida, región. Habría que añadir además, de tierra, porque el auténtico palomar debe de serlo; y es pena que no puedan manifestarse a este respecto sus inquilinas, las palomas.

No quedan demasiados palomares en Tamariz, pero los hay interesantes. Este que escogemos está situado en el pago de las Bocas (a juzgar por el número de estas, abundan mucho los conejos) o de la Serna, esto es, en la orilla derecha del Sequillo, entre este y la carretera que lleva a Rioseco, al sur del pueblo. No es de los más espectaculares, ni de los más grandes, pero quizá es uno de los mejor conservados de la provincia. Es redondo, con patio interior, y tiene unas dimensiones de 12,50 m. de diámetro exterior, y 4,25 mide el interior, el del patio. Su altura exterior es de 6,50 m.

 

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Esta imagen corresponde a otro palomar, ya desaparecido, que se encontraba muy próximo al que nos ocupa.
Al fondo se ve la torre de la iglesia de San Juan.

 

Se compone de tres anillos circulares concéntricos, confeccionados únicamente con tierra apisonada, esto es, tapial, con un espesor de unos 60 cm., en los cuales se abrieron los nidales posteriormente a su erección, abriéndolos en cuarto de esfera, al tresbolillo.

Exteriormente es, al contrario de los cuadrados con tejadillos escalonados, quizá el tipo más sobrio. Sólo el tambor cilíndrico, un remate de albardilla a base de teja y bajo él una banda enlucida de yeso, para evitar el agarre y entrada de roedores.

A la puerta, rectangular, se le ha dotado de un recercado plano y de una tímida visera de una hilada de ladrillo macizo en vuelo. Unas figuras, casi estatuas no figurativas, hechas con barro y ladrillo, se distribuyen sobre el caballete de la albardilla, quizá para evitar que las palomas se despistasen y fueran a parar a otro palomar.

La hoja de la puerta, de 1,73 m. de altura, posee una cerradura de seguridad, esto es, con tapa que se acciona en este caso con un resorte disimulado en un adorno de chapa, bajando el resorte se libera la tapa de la uñeta que lo aprisiona.

Los otros dos anillos, tienen, como es normal, las puertas enfrentadas con la exterior, pero sin hojas; sólo el hueco rectangular, con cargaderos de madera sobre nudillo.

El suelo del patio se encuentra solado con baldosas de barro de 26 x 13 cm., con inclinación hacia el desagüe, que sale hacia el exterior mediante un conducto con dos registros.

La cubierta está compuesta por dos tejadillos troncocónicos escalonados. El más exterior, y  por tanto el más alto, no comienza con la coronación del último anillo, sino más abajo, puesto que el remate con albardilla de éste sirve de guardaviento o protección al conjunto.

El tejadillo interior acaba en un alero formado por una tabla horizontal sobre canecillos cuadrados sin labra. La estructura de ambos es a base de parecillos de 10 x  9 cm. de sección, separados en su zona media unos 50 cm. Sobre ellos, tabla, en que se apoya la teja curva.

Has dos tipos de entradas de palomas. Tres huecos abiertos en el patio, como una portada en arco de medio punto, con recercado de yeso. Sin embargo, las otras se sitúan sobre la cubierta alta y viene a ser como casetillas o troneras a dos aguas, con los cerramientos laterales de madera, en los que se abre los huecos de entrada, en vez de en el frente, para evitar el viento directo.

Ya hemos indicado que los nidales son del tipo de cuarto de esfera, excavados en el tapial. En el anillo exterior se sitúan nueve hiladas de éstos, ocho en ambas caras del intermedio y seis en el interior. En total suman 1440 nidales, cantidad media de un palomar no demasiado numeroso.

Autor del texto: Carlos Carricajo Carbajo