Texto referente al Retablo del Altar Mayor de la Catedral de Santander, procedente de Tamariz (del libro "El arte en la Catedral de Santander en la actualidad: el arte mueble" del que es autor Julio J. Polo Sánchez)
Tras el incendio se cambiaría por completo el aspecto interior de la capilla mayor. Ya en agosto de 1948 el cabildo se planteó la necesidad de contactar con la Dirección General de Regiones Devastadas para dotar a la Catedral de piezas necesarias para su culto y ornato. En enero del año siguiente dicho organismo oficial enviaba a Santander, a instancias del Marqués de Lozoya, un retablo procedente de la iglesia de San Juan de Tamariz de Campos (Valladolid) que incluía en su estructura tres relieves con escenas de la vida de San Juan en el banco, de los que se conservan el Bautismo de Cristo y el Nacimiento del Bautista; los bultos de San Juan -titular del templo vallisoletano-, San Zacarías y Santa Isabel; un relieve de la Asunción y tres escenas de la Anunciación, el Martirio del Bautista y la Visitación. Desde su origen se habían añadido al retablo, como polseras, pequeños relieves representando apóstoles. Entonces gran parte de su arquitectura carecía de policromía.
Este retablo barroco corresponde a fechas cercanas a 1710 y se sitúa en la órbita del ensamblador vallisoletano Alonso del Manzano. Con mucha probabilidad pudo ser autor de sus relieves y figuras el escultor riosecano Tomás de Sierra, de quien sólo conservamos hoy los relieves de la Asunción y las escenas del banco del ático. Pero los relieves de la predela y el apostolado de las pulseras corresponden a un momento anterior, en el tránsito de los siglos XVI al XVII. Para adaptarlo a su nuevo emplazamiento y advocación fue restaurado por Tomás Beranga. Tras su limpieza, se procedió a dorar y policromar gran parte de su superficie, labor encagada a Antonio Valle. Paralelamente el escultor Julián Alangua se encargó de tallar las nuevas imágenes de la Asunción -patrona del templo- y los Santos Mártires Emeterio y Celedonio, finalizándolas en 1950. Uno de los aciertos de Alangua fue saber mantener en estas imágenes la estética barroca predominante en la obra. Recientemente se ha añadido en la calle central del banco un relieve de la Adoración de los Pastores, del siglo XVI, prodecente de Fombellida.